jueves, 7 de agosto de 2014

En el fragor de la batalla

Estoy en plena batalla. Y esto no hace más que comenzar.

Por supuesto que la fiera ha respondido atacando. Es increíble cómo cambia cuando se siente débil a cuando se vuelve a sentir fuerte de nuevo. Lanza dentelladas mortíferas, llenas de veneno. Todo sea para someter a su víctima, a ser posible aniquilarla moralmente y doblegarla a su voluntad. Aunque su víctima sea su propia hija. Deleznable.

Por momentos me siento fuerte, pero por momentos débil también. Esta es una batalla que lleva varios meses gestándose y que antes o después tenía que estallar. Supongo que no soy buena para evitar el conflicto, o quizás en esta particular ocasión el conflicto no pueda ser evitado. Dicen que dos no pelean si uno no quiere. Trato de no pelear, pero establecer límites es muy, muy difícil. La fiera ataca y yo trato de no contraatacar, sino de explicar, razonar y no dar marcha atrás. Pero la fiera se pone rabiosa, considera que sin son ofensivas. Pero los que ella emprende no, por supuesto. Ella tiene licencia para decir lo que sea y jamás estará en lo erróneo ni sus palabras serán hirientes.

Difícil no odiarla, pero lo estoy intentando. No puedo pedirle que sea quien no puede ser. Jamás lo logrará. No puedo odiarla por ser el ser tan deleznable y venenoso que es, porque ella no sabe ser otro ser (a menudo me lo he preguntado y sinceramente creo que al menos entiende un poco que su comportamiento es asqueroso, pero en fin, demos por sentado que la bruja sólo saber ser bruja y nada más).

Tengo derecho a ser feliz, a eliminar el veneno pútrido que hay ido inyectando durante años en mi alma y a encontrar un poco de serenidad y paz. Estoy luchando por ese derecho. Que ella implique que luchar por ese derecho es ser una malísima hija - y más en comparación con todas las demás - no me quita mi derecho a tratar de ser feliz. No la estoy atacando. Me estoy defendiendo. Y estoy luchando en varios frentes: tratando de que el veneno pútrido se lleve con él el odio que siento por ella por todo el daño que me ha hecho. No puedo intentar quererla, lo siento. El amor no se construye, sino que nace. Pero al menos puedo tratar de no odiarla.

Esperemos que esta batalla de sus frutos. Si es así, llevará a una relación un poco más tranquila para las dos y para las dos será beneficiosa. Si no, no será más que de mis muchos fracasos dolorosos en este frente y nos llevará a otra etapa oscura en la relación. No sé si estoy preparada para ser indiferente. La verdad es que siento un poco de miedo por cómo todo esto me vaya a afectar...


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